A diferencia del resto de los elementos de la puesta que tienden a lo abstracto e inestable, el vestuario aparece como una entidad de gran concretud tanto en el texto dramático como también en la propuesta de dirección. Es la ropa lo que les permite a los personajes jugar a ser otros, más precisamente, hacer como si son otros. Esta relación lúdica que establecen con el concepto de disfraz es crucial para que los distintos episodios de la obra puedan desarrollarse. Independientemente de la importancia explícita que se le da al vestuario en la dramaturgia (desde el título de la obra hasta parlamentos específicos de los personajes: Leonor dice “[…] no sé bien qué somos sin la ropa puesta”.), la indumentaria en esta pieza es un elemento de extrema importancia ya que funciona como garante del mecanismo de la desmentida: es aquello que le da a la operación de sustitución un grado de verdad tal que justifica su aceptación por parte de los personajes.
En términos materiales, el vestuario funciona básicamente como índice, mostrando los diversos grados de transformación de los personajes entre los polos hombre/mujer. Para ser más precisos, a lo largo del espectáculo los hermanos transitarán un movimiento de modificación estética en sentido contrario: Leonor pasará de tener el aspecto de una mujer al de un hombre, mientras que Manu recorrerá el camino inverso para luego retornar a una imagen masculina. Es el diseño de vestuario el encargado de construir y darle sustento a todos estos desplazamientos.
En particular, Leonor viste en su momento de
mayor femineidad una bata azul de raso sobre un delantal de cocina y una camisa
clara, un pantalón y pantuflas. Toda su vestimenta, además de
tener signos de desgaste y suciedad, da indicios de pertenecer a una época
pasada. El efecto de sentido que se persigue con este diseño es el siguiente:
por un lado, colaborar en la construcción de una representación del abandono y
encierro al que están sometidos, por el otro, generar una imagen de Leonor no
solo como una mujer poco preocupada por su estética, sino también como una
joven que busca constantemente a su madre, y, en ese sentido, intenta imitarla
en su aspecto físico.
Debajo de esa indumentaria, Leonor tiene
una camisa y unos pantalones claros de hombre (accesibles al espectador en el
momento que ella se saca su ropa “femenina” para vestir a su hermano de mujer),
que completará con un saco oscuro, corbata y zapatos, consolidando así una
apariencia masculina.
Manu, por su parte, viste inicialmente un
pantalón de vestir gris, zapatos oscuros, bufanda y un pullover marrón abrigado. Cabe aclarar que más allá de que se encuentran en un ambiente
calefaccionado a elevada temperatura, Manu es obligado por su hermana a estar
abrigado debido al frío exterior y a la gripe que los circunda.
Luego, a medida que su hermana lo obliga a
ir asumiendo cualidades femeninas, Manu va dejando de lado su ropa para usar la
de su hermana anteriormente descripta. A esto se le suma una hebilla de pelo y
sus labios pintados color rojo.
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